#Internacional
Foz de Iguazú, Brasil, 23 de febrero de 2024
Latinoamérica y el Caribe han intentado la integración a través de una serie de mecanismos e iniciativas de gobierno, pasajeros, pero no una integración que sale desde la raíz, desde los pueblos.
Las iniciativas integradoras actuales han hecho un mayor énfasis en los TLC, infraestructura, seguridad y defensa. Pero esas iniciativas dejan por fuera los intercambios entre los seres, los sectores y movimientos sociales y la oportunidad de crear mercados que generen justicia social, que generen justicia ambiental, que generen justicia para los pueblos. Dejar la unidad Latinoamericana y del Caribe solo en manos de los gobiernos de turno, es condenarnos a que cada vez que llegue alguien nuevo desarticule nuestros procesos e improvisé unos nuevos. Mientras los gobiernos vamos y venimos con intentos de integración, América latina y El Caribe se mueven por rutas y conexiones duraderas que han establecido los propios pueblos.
Estas conexiones han resultado en intercambios culturales maravillosos y poco reconocidos, como las rutas de la diversidad étnica y cultural, como las rutas de nuestros saberes y sabores gastronómicos, la literatura, el cine, la televisión y la música, son verdaderas formas de integración social y de integración Latinoamericana. Redes sindicales permitieron que trabajadores de toda la región hayan logrado integrar sus agendas y reivindicaciones frente a las compañías trasnacionales, sin embargo, esos intercambios no han sido valorados ni se visibilizan en la geopolítica, porque han sido hechos que ocurren de manera espontánea, que ocurren a la luz de la lucha cotidiana de cada persona, de cada comunidad, de cada pueblo. Si las organizaciones, los sectores y movimientos sociales consolidan intercambios y aprendizajes ¡no nos va a parar nadie!
Nos urge como región que se fortalezcan los mecanismos políticos y económicos, los intercambios sociales entre la gente negra, indígena, campesina, entre las mujeres, las personas con discapacidad, la población LGBTIQ y en general los sectores populares. Una verdadera y permanente integración de nuestra región debe ser un tema de los pueblos y no solo una iniciativa de los gobiernos. Los gobiernos están llamados a establecer mecanismos que permitan que esos intercambios sociales se puedan conectar más fácil, las burocracias impiden todo ello. Deberían permitir que la música, que los sentimientos y que las formas de vida fluyan.
Estamos a tiempo de consolidar un mecanismo fuerte de integración Latinoamericana y del Caribe. La integración Latinoamericana y del Caribe no solo es un asunto de identidades interdependientes, también ¡es un asunto de superación de las brechas de inequidad y desigualdad, también es un asunto de superar el hambre y la pobreza, también es un asunto de poder, con claridad, resolver las necesidades básicas de la gente!
Solo si los mismos pueblos legitiman los mecanismos de integración regional, lograremos que sean perdurables. Pero mucha gente ni siquiera saben que existen, que hacen y que producen. Por eso tenemos una tarea fuerte de socializar ¿En qué consisten? ¿Cuál es su finalidad? y repensar las estrategias para que tengan impacto en la vida de las personas.
Mirar hacia nosotros mismos, también implica mirarnos entre pares, entre iguales, y por eso mirar a África, a su proceso de integración, nos permite consolidar un Sur Global que tome decisiones en las canchas donde creemos que solo juegan las potencias del norte. Los desafíos globales deben contar nuestra participación en la toma de decisiones. Hay que potenciar y articular los mecanismos que existen, blindarlos de los sectarismos y asegurarnos que acojan a la diversidad de pensamientos de nuestra región.
Proponemos un pensar un mecanismo único de integración regional que articule a todos los mecanismos dispersos qué hay en la región. Que este mecanismo no solamente asegure el intercambio comercial, necesitamos favorecer el intercambio cultural, científico y de saberes, facilitando la conexión y generando rutas de movilidad seguras, flexibles para todos los pueblos. Los gobiernos a favor de una Latinoamérica y del Caribe unidos, deberían permitir el fortalecimiento de los procesos sociales, garantizar que las formas naturales de articulación regional de la gente se afiancen y que la diversidad de sus intereses se dé sin tantos traumatismos.
Proponemos que el progresismo Latinoamericano y caribeño se nutra de los saberes tradicionales y los pensamientos de los sectores populares antipatriarcales, antirracistas, anticoloniales y anticapitalistas. Defensores de la vida para emprender las luchas de todas estas apuestas. Todas estas apuestas deberían ser comunes, si queremos lograr que a pesar de nuestras diferencias seamos capaces de construir juntos y juntas.
Como una mujer negra lo digo, ¡Si América Latina no asume una verdadera agenda frente al racismo estructural, no podemos seguir hablando de integración regional!
¡Si América Latina y el Caribe no asumen una verdadera lucha de erradicar el patriarcado que está violentando a las mujeres y que nos mata todos los días, no sigamos hablando de integración regional!
Esto debe ser parte de una agenda realmente transformadora, de una agenda que reconozca la diversidad, de una agenda que reconozca nuestras historias.
Por último, no es posible en esta región, habitada por pueblos indígenas, por pueblos afrodescendientes pensar una agenda sin acciones de reparación histórica que transformen y sanen los efectos de la esclavitud, del colonialismo y del racismo que sigue expropiando nuestra condición humana, o ¿acaso aquí en Brasil no son los jóvenes negros los que están siendo asesinados en las favelas? Yo quiero que estos temas también sean parte de esta discusión. O ¿acaso en Colombia no son los niños indígenas, negros y campesinos los que están muriendo de hambre? Él hambre tiene que ser un tema que se ponga sobre la mesa. Y estas injusticias históricas deben permitirnos, realmente, que el pueblo Latinoamericano y del Caribe se sienta identificado con lo que estamos haciendo. Si no, seguiremos echándole carreta al pueblo, el pueblo entonces seguirá eligiendo una política de muerte que nos sigue matando a millones de seres humanos en Colombia.
Latinoamérica y el Caribe. Seguiremos firmes, con el corazón bien puesto hasta que la dignidad se haga costumbre.